El árbitro soltó el silbatazo final y se desató el alocado festejo verdeamarelo, en medio de la decepción albiceleste: Brasil acababa de vencer por 2 a 1 a Argentina en la final del prestigioso torneo Sub 17 de Montaigu, Francia. Hasta allí, más allá de la constante efervescencia durante el cotejo, todo normal. Hasta que un par de los jóvenes vencedores, según se advierte en las imágenes, les dicen algo a los dirigidos por Diego Placente y Pablo Aimar (quien no viajó a este compromiso). Uno de ellos es el N° 10, Luiz Guillherme. Parece una burla, una provocación. Es la chispa que genera la detonación. Los dos planteles se trenzaron en una batalla campal que ni los que no se involucraron ni los cuerpos técnicos lograron detener por varios minutos. Una imagen que poco tuvo que ver con el gran juego que desplegaron a lo largo del certamen.
Tras los aguijones verbales, quien lanzó el primer golpe fue Gianluca Prestianni, una de las figuras del seleccionado argentino, futbolista que pertenece a Vélez Sarsfield. El N° 11 se tomó revancha de uno de sus rivales y a partir de allí las dos delegaciones se convirtieron en un cúmulo de manos, brazos y golpes. Los entrenadores y auxiliares buscaron separar, lo mismo que varios de los chicos, como el capitán albiceleste, Camilo Rey Domenech. Es que el mensaje constante de Aimar y los cuerpos técnicos de Ezeiza apuntan al Fair Play, tal el legado que dejó José Pekerman en sus pupilos. Pero en Francia no hubo manera de detener la bronca.
El desarrollo había mostrado roces propios de un Superclásico de las Américas. En el penal que definió el pleito a los 34 minutos del primer tiempo, cuando Luiz Guillherme estaba por ejecutarlo, la cámara enfocó a Pedrinho fuera del área, tendido en el césped. Acusó un golpe que la transmisión oficial no captó. Incluso ingresaron a atenderlo. ¿Realidad? ¿Simulación?
Dos minutos después, un defensor brasileño se deslizó sobre el campo para cortar un avance y permaneció tirado, alegando haberse acalambrado. Desde Argentina pensaron que se trataba de un ardid para hacer tiempo y cortar la reacción del equipo. Prestianni fue uno de los que reclamó.
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