Dos candidatos antisistema, Gustavo Petro, de izquierda, y Rodolfo Hernández, un populista de derecha, se quedaron con los dos primeros lugares en las elecciones presidenciales de Colombia el domingo, en un golpe sorprendente a la clase política conservadora que domina el país.
Los dos hombres se enfrentarán en una elección de segunda vuelta el 19 de junio que se perfila para ser una de las más relevantes en la historia del país. Están en juego el modelo económico del país, su integridad democrática y los medios de vida de millones de personas empujadas a la pobreza durante la pandemia.
La contienda entre Petro y Hernández, dijo Daniel García-Peña, un politólogo colombiano, enfrenta “cambio contra el cambio”.
Cincuenta y cuatro por ciento de los votantes elegibles participaron en la elección, la misma tasa que en 2018, cuando Petro se enfrentó al actual presidente, Iván Duque, y a otros candidatos.
La jornada electoral, en la que votaron millones de colombianos, fue pacífica, a pesar de la creciente intranquilidad en partes del país que han visto un resurgimiento de grupos armados.
Si Petro gana en la segunda vuelta, el próximo mes, se convertirá en el primer presidente de izquierda de Colombia, un hito para un país que ha sido gobernado durante mucho tiempo por una clase dirigente conservadora.
En su discurso tras la votación en un hotel cercano al centro de Bogotá, Petro apareció junto a su compañera de fórmula y dijo que los resultados del domingo mostraban que el proyecto político del actual presidente y sus aliados “ha sido derrotado”.
Luego pasó rápidamente a hacer advertencias sobre Hernández, al decir que votar por él era un retroceso peligroso y desafiar al electorado a apostar por lo que calificó de un proyecto progresista, “un cambio de verdad”.
Su ascenso refleja no solo un viraje a la izquierda en toda América Latina, sino un impulso contra los gobiernos de turno que ha cobrado fuerza a medida que la pandemia ha agravado la pobreza y la desigualdad, intensificando la sensación de que las economías de la región están construidas principalmente para servir a la élite.
Petro ha prometido transformar el sistema económico de Colombia, que según él alimenta la desigualdad, mediante la ampliación de los programas sociales, el cese de la explotación petrolera y el cambio de orientación del país hacia la agricultura y la industria nacionales.
Colombia ha sido durante mucho tiempo el aliado más fuerte de Estados Unidos en la región, y Petro está pidiendo un reajuste de la relación, lo que incluye cambios en el enfoque de la guerra contra las drogas y una reevaluación de un acuerdo comercial bilateral que podría llevar a un choque con Washington.
Gutiérrez, quien cuenta con el apoyo de gran parte de la clase dirigente conservadora, aboga por ajustes modestos del statu quo, como destinar más dinero a los gobiernos locales.
Hernández, quien era relativamente desconocido antes de empezar a subir en las encuestas en los últimos días de la campaña, impulsa una plataforma populista contra la corrupción, pero ha hecho saltar las alarmas con su plan de declarar un estado de emergencia para lograr sus objetivos.